domingo, 12 de junio de 2011

Sandra y Guadalupe

Sandra no es una mamá primeriza estrenando título. De hecho, Guada tiene ya 20 años. Pero encontrarme con ella fue para mí fue un acto de amor inmenso, ella me abrió las puerta de su historia para ayudarme a entender aún más lo importante de luchar contra el silencio.

Sandra buscó a su hija, sentía que su cuerpo le decía que ese era el momento de quedar embarazada. Y no pasó mucho tiempo desde que se sacó el DIU hasta que llegó la noticia. Hasta ese momento, Sandra trabajaba en una unidad de Terapia de Riesgo y al saber que estaba embarazada le dieron licencia porque era peligroso ese lugar para ella y para el bebé.

Vivió su embarazo a pleno, disfrutando de cada momento. El 31 de diciembre tuvo desprendimiento de placenta, los médicos no llegaban y las enfermeras le decían que no se preocupe, que no pasaba nada. Pero ella veía que la sangre no paraba y llegó a escuchar a una enfermera decir ¨éstas madres primerizas siempre hacen escándalo¨. Por suerte, su primo, neonatólogo, intervino para que el obstetra llegue y le hicieran una cesárea a tiempo. Cuando Guadalupe nació levantó un poquito la cara y la miró fijo a los ojos. No le importa que crean que está loca, recuerda ese momento como la primera conexión entre ellas dos. Yo le creo.

Fueron pasando las primeras semanas, y Sandra parecía obsesionada con esa idea de que su hija la miraba mucho y que todo lo expresaba con los gestos. Después de los primeros meses empezó a parecerle raro que su beba no balbuceaba como los bebes. Lloraba, si, pero mas que eso no decía. Empezó a consultar con médicos, pediatras, neurólogos. Todos le decían que era normal, que algunos chicos tardan más que otros, que no fuera ansiosa.

Mientras Sandra buscaba respuestas a sus preguntas, madre e hija se comunicaban con un saber que no existe en ningún libro. Sandra siempre llevó el carrito de bebé mirando hacia ella. Cuando leían cuentos se sentaban enfrentadas y Guada miraba atentamente a mamá y los dibujos que le mostraba. Sandra insistía en que algo pasaba con su hija. Su madre llegó a decirle que ella recién había hablado a los dos años. Pero esa no era la respuesta que necesitaba escuchar.

Finalmente, después de dos años de visitas reiteradas a consultorios y de muchos análisis, le dieron el diagnóstico: Guadalupe era sorda (como dice Sandra ¨sorda como una tapia, no escuchaba nada de nada¨).

Finalmente obtuvo la respuesta, la que ella siempre supo pero necesitaba escuchar. La etapa del diagnóstico es muy dolorosa, ella no se quedó sentada esperando a reaccionar y en seguida pidió ayuda: psicológica, médica y sobre todo la de alguna mamá que ya haya pasado por lo mismo. Si hay algo que la ayudó todo ese tiempo fue esa mamá con la que una red de vecinos la conectaron. Una mamá que tenía 2 hijos sordos y que la sostuvo, la escuchó y la ayudó a seguir moviéndose como lo había hecho todo ese tiempo.

Lo primero que hizo fue verbalizar lo que hasta entonces no podía porque no sabía con certeza. Su hija era sorda y la gente tenía que saberlo. En el almacén, el quiosco, el supermercadito fue diciéndoles a todos que su hija no contestaba cuando la saludaban, no por mal educada, sino porque no escuchaba. Su misma familia contestaba a esta dura verdad diciendo que por ahí en algún tiempo… pero Sandra no dejaba que terminen la frase. ¨Lo mejor es aceptarlo y adaptarse a esa realidad que te tocó vivir.¨

Lo bueno, según Sandra, es que ella ya venía herida, golpeada por la vida y este nuevo golpe la agarró bien armada para enfrentarlo y no permitirse caer.

Un tiempo después le explicaron que el oído interno de su hija no se terminó de completar durante el primer trimestre. Ese primer trimestre en el que ella trabajaba aún en el hospital. Le dijeron que fue posible que se haya agarrado alguna infección, que tal vez confundió con los síntomas del primer trimestre de embarazo (sueño, cansancio corporal, nauseas). Le pregunté por la culpa y me contestó algo que todavía hoy resuena en mi cabeza: ¨Perder tiempo con la culpa te inhabilita. Si me quedo ahí no estoy haciendo por mi hija lo que tengo que hacer¨.

Guadalupe le quitó la omnipotencia, le enseñó a adaptarse a vivir día a día. A planear a corto plazo. Por supuesto que tuvo que cambiar algunos de sus proyectos, o pasarlos para más adelante. Pero no fue por la sordera de Guada, fue por la maternidad. Cuando llegó el diagnóstico lo que hizo fue empezar a meterse en ese mundo, hasta entonces desconocido.

Cuando escuchaba hablar a Sandra pensaba en dos cosas. Primero en lo importante que es que los médicos aprendan a escuchar a las mamás, que podemos equivocarnos pero la relación que establecemos con nuestros hijos nos da un saber especial, no sobre todos los chicos, sobre los nuestros.

Por otro lado, la miraba y trataba de ver a esa mamá de 27 años golpeando puertas de consultorios intentando ser escuchada, la imaginaba con esa fortaleza haciéndole frente al diagnóstico, no dándose lugar a la culpa, el remordimiento… Esa capacidad que hizo que se conecte con su hija mediante la mirada cuando no sabía lo que pasaba, pudo entender todas estas preguntas que no me animaba a hacerle y me dijo: ¨ Durante más de cuatro años no pude escuchar música. Yo amaba la música clásica, pero no podía permitirme disfrutar de algo que mi hija no iba a poder disfrutar nunca¨.

No hicieron falta más palabras, esa frase bastó para entender a esa mamá de hace 20 años atrás.

¨Como en la vida, en la sordera hay periodos de mucho avance y períodos de estancamiento (con el vocabulario, con las relaciones). Pero si estos períodos los entendemos como un momento del cuerpo y la mente para acumular información se viven con más tranquilidad. No sirve de nada ponerse ansioso o lamentarse, estos momentos son inevitables.¨

12 comentarios:

  1. Un verdadero ejemplo de vida!

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  2. felicita a sandra ,y la verdad es admirable,y me pone muy feliz que haya madres asi!
    Caro

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  3. sin palabras hermoso... un dia de esto nos juntamos mariel y te cuento mi historia que es similar

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  4. Todo hermoso!!! Simplemente, gracias!!!

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  5. Muy bueno! Una grosa la madre!

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  6. Qué hermosa historia! mi cariño para Guadalupe y Sandra.

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  7. Es hermoso leer en esta historia la conexión q hubo entre madre e hija al instante del nacimiento. Es hermoso saber q existen madres así. Es hermoso q aún a pesar de la sordera, Guada pueda tener una vida normal y disfrutar del amor.

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  8. Muy interesante la historia, yo tambien soy sorda y tengo familia sorda...por eso me identifico con eso, salvo que mis padres son sordos tambien.
    Muy buena publicacion de verdad, deberia salir al mundo!

    Saludos!

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  9. Cuanto amor!!!!!!!!!!!

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  10. hermoso!! me llego al almda..

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  11. felicito a la MADRE ¡CUANTA ENTEREZA PARA LUCHAR! a seguir adelante!!!!!!!!!

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